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En conmemoración del IV Centenario de la edición de la Primera Parte de “EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA”, Testimonio Compañía Editorial realizó una edición facsímil de lujo de la primera edición de 1605 y de la Segunda Parte de 1615, cuyos originales se encuentran respectivamente en la Real Academia Española y en la Biblioteca Nacional. Al terminar Cervantes la primera parte de Don Quijote, dejaba tranquilo y confortado al hidalgo manchego en su lugar de origen reponiéndose de sus huesos quebrantados. Allí esperaba una muerte normal, anónima. Pero esto no satisfacía al manco de Lepanto. El caballero andante tenía nuevas misiones que cumplir en este mundo, porque en sueños le había oído clamar: Así el vivir me mata que la muerte me torna a dar la vida. Por eso, Cervantes no lo deja morir. Y más, si un extraño usurpador, escondido bajo el nombre de AlonsoFernández de Avellaneda, le quiere robar su paternidad, y además lo afrenta echándole en cara el ser “soldado tan viejo en años cuanto mozo en bríos”. A lo que Cervantes, indignado, aunque comedido, le responde serenamente: “Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes ni esperan ver los venideros”. Gracias a esa vejez y manquedad nació dichosamente la segunda parte de la mejor joya de la Literatura Universal.