Se sitúa esta mano a fines del siglo X o comienzos del XI, y su actuación, así como la calidad del pergamino, indican falta de medios materiales, justificable por la situación de la Rioja a causa de las campañas de Almanzor, que, en una de sus últimas aceifas, destruyó el monasterio de San Millán. Ya en la segunda mitad del siglo XI, con la bonanza económica que conoce el gran cenobio riojano, se decidieron a completar el inconcluso beato, trabajando en él varias manos más toscas y ya con claros influjos carolingios. Es en este tiempo cuando se rellenan los espacios en blanco que había dejado el primer copista con 48 miniaturas, recurriendo al empleo de unos colores distintos a los acostumbrados en la Rioja altomedieval. En la elaboración de estas miniaturas se observan dos técnicas diferentes, pues hasta el folio 92 se sigue el estilo que convencionalmente llamamos mozárabe, mientras que en adelante se usa el románico. En la parte escrita en la segunda mitad del XI sólo introdujo una miniatura. En el folio 58 una nota nos dice que el códice fue copiado por Albino en tiempos de Benito, octavo abad del cenobio, en el año 670, pero hoy sabemos que es un añadido del siglo XVII, que también se puso en otras piezas, para conferirles mayor antigüedad a ellas y al monasterio de San Millán