El códice, cuya reproducción facsimlar presentamos, está compuesto en la actualidad –le han sido arrancados algunos folios– por 239 folios, siete folios numerados en romano y 232 en árabe, y miden 398 x 270 mm. La escritura que emplea es la llamada visigótica redonda, y se reparte en dos columnas. Aunque el libro carece de colofón y, por tanto, no sabemos el año exacto en que se escribió, debemos situarlo poco después de 970, fecha de confección del de Valcavado, cronología que avalan también escritura y miniaturas. Consta el Beato de Urgel de 79 miniaturas, algunas ocupando dos folios, sin contar con las que aparecen en los medallones de los árboles genealógicos que van al comienzo de la obra. La técnica pictórica se inserta plenamente en la miniaturística mozárabe leonesa: colores fuertes, nítidos y brillantes, que constituyen todo un desafío para su reproducción en facsímil; dibujo simplificado, reducido a lo esencial; la puesta en escena de personas y objetos, y a fin de conseguir cierta perspectiva, se produce sobre bandas longitudinales sobrepuestas de distintos colores. De los códices hispanos de la época altomedieval destacan sobremanera los llamados beatos, y no tanto por su texto, –un comentario al Apocalipsis de San Juan–, sino porque fueron iluminados con preciosas miniaturas, destinadas, como un moderno cómic, a plasmar mediante el dibujo y el color determinados pasajes del Apocalipsis. Toman estas obras el nombre de beatos porque su autor se llamaba Beato y fue un monje que vivió en el valle de Liébana, en Cantabria, en el Monasterio de San Martín, a caballo del año 800. La moderna crítica considera que Beato tomó como base al autor norteafricano Ticonio, al que se fueron añadiendo textos de los Padres de la Iglesia y de San Isidoro. La obra está distribuida en doce libros, divididos cada uno, a su vez, en una Storia y en una Explanatio. En tiempo posterior, los beatos fueron completados, entre otros, por textos de las Etimologías de San Isidoro y la explicación de San Jerónimo al libro de Daniel. El comentario al Apocalipsis de Beato conoció un desarrollo extraordinario en tierras de Castilla y León en el transcurso del siglo X, fomentado tal vez por los terrores que sintió la cristiandad ante la proximidad del fin del mundo en el año 1000 y que tan bien representaban imágenes y texto de los beatos. Los mejores códices, en efecto, y sus artífices –Magio, Emeterio, Senior, Oveco, etc.– son de Zamora, León y Palencia. Debemos destacar, en particular, el llamado Morgan, hoy en Nueva York, y el de Valcavado, en Valladolid, y no porque figuren entre la media docena de los mejores beatos, sino porque son de la misma familia que el ejemplar de la Seo de Urgel. La semejanzas del Urgellensis con el de Valcavado son tantas que podría aventurarse que ambos fueron elaborados en el mismo scriptorium. ¿Cómo llegó tan magnífico ejemplar a la Iglesia de Urgel? Por un inventario de la Biblioteca de la Seo de Urgel, sabemos que en 1147 ya estaba en tierras pirenaicas. Es bien conocida, la fortísima vinculación de los Condes de Urgel con el rey Alfonso VI y sus descendientes. Armengol V (1092-1102) casó con María, hija del conde Pedro Ansúrez, el fundador de Valladolid. Este conde castellano gobernó el condado de Urgel a principios del siglo XII durante la minoría de edad de su nieto Armengol VI. Es bastante probable que el conde Armengol V o Pedro Ansúrez donasen el libro al obispo San Odón, patrón de la ciudad, e iniciador de la construcción de la actual catedral.